Me gusta mucho preparar panes y bollos caseros, así que hoy me he animado a hacer una receta de brioche. Se trata de un brioche casero muy fácil de preparar, elaborado con un ingrediente que me encanta en la repostería: la leche condensada.
Este brioche casero de leche condensada queda muy tierno y con un sabor muy rico. Al contrario de lo que pueda parecer, no es un bollo muy dulce, por lo que es perfecto para comerlo solo, o bien acompañado de mantequilla, mermelada, queso, etc.
Al brioche se le pueden dar diversas formas antes de hornearlo. Con la masa se puede formar un brioche grande o pequeños brioches individuales. En esta ocasión vamos a formar un brioche de una forma sencilla y vistosa. Formaremos nueve bolitas de masa y las colocaremos en un recipiente pequeño, para que queden pegadas y unidas entre sí. De este modo conseguiremos un brioche grande dividido en porciones individuales.
Como la mayoría de bollos caseros, es recomendable comer este brioche recién hecho, ya que con el paso de los días la miga se endurece. Nos aguantará un par de días tierno si lo envolvemos bien en papel film.
Ingredientes de la receta
- Harina de fuerza (370 g)
- Levadura fresca de panadero (15 g); o bien levadura seca de panadero (5 g).
- Huevos medianos (2 para la masa + 1 para pintar los bollos)
- Leche condensada (100 g)
- Mantequilla (50 g)
- Leche (75 ml)
- Sal (una cucharadita)
- Esencia de vainilla (una cucharadita)
(*) Si lo necesitas, puedes consultar las tablas de medidas y equivalencias en cocina y repostería.
Elaboración de la receta
Comenzamos mezclando la levadura fresca con la leche, que la tendremos templada. Removemos bien hasta que la levadura esté totalmente disuelta.
Seguidamente en un bol ponemos la harina y la sal, mezclamos ligeramente y añadimos: los huevos, la esencia de vainilla, la leche condensada, la mantequilla a temperatura ambiente cortada en pequeños cubos y la leche en la que hemos disuelto la levadura. Mezclamos bien hasta conseguir una masa densa y la ponemos en la superficie de trabajo.
Amasamos con las manos hasta conseguir una masa unificada, lisa y elástica. Al principio la masa es algo pegajosa pero, a medida que amasemos, la mantequilla y la harina se integrarán y dejará de estar pegajosa.
Tras unos minutos amasando formamos una bola con nuestra masa y la dejamos reposar dentro de un bol, previamente engrasado. Tapamos el bol y dejamos que nuestra masa doble su volumen en un lugar cálido y sin corrientes. El tiempo de levado varía dependiendo de la temperatura que haga en cada casa, entre una y dos horas.
Pasado el tiempo de reposo, en mi caso una hora y media, ya tenemos nuestra masa lista para continuar.
Colocamos la masa en la superficie de trabajo y la estiramos ligeramente con los dedos. Seguidamente la cortamos en nueve porciones iguales, de unos 80 gramos de peso cada una. Con cada porción de masa formamos bolitas, remetiendo los pliegues hacia abajo.
Cuando hayamos formado las nueve bolitas, las colocamos en un recipiente forrado con papel de horno. Tapamos el recipiente y las dejamos reposar durante una hora, en un lugar cálido y sin corrientes.
Tras el reposo veremos que las bolitas han aumentado su volumen. En este punto pincelamos la superficie de cada bolita de masa con un huevo batido, delicadamente para no estropearlas. Por último llevamos el recipiente al horno, que lo tendremos precalentado a 180 ºC, con calor arriba y abajo, y dejamos que nuestro brioche se hornee durante unos 20-25 minutos.
Pasados 20 minutos nuestro brioche ya está bien cocinado y dorado. Lo sacamos del horno y dejamos que se enfríe dentro del recipiente en el que lo hemos horneado.
Una vez frío, o templado, ya podemos disfrutar del sabor de este rico bollo casero.
A continuación os dejo el vídeo en el que podéis ver el paso a paso de esta receta.