Hace tiempo que tengo pendiente preparar esta tarta de nata y leche condensada. Se trata de una tarta sin horno, muy fácil de preparar, que versiona al popular postre portugués conocido como «serradura«. Un postre montado por capas a base de nata, leche condensada y galletas trituradas. Esta receta fue muy popular en la colonia portuguesa de Macao (en China) y que por ello también es conocido como «pudin de Macao».
Esta tarta de nata y leche condensada queda con una textura de mousse que se deshace completamente en la boca. Su sabor es delicioso, ya que la leche condensada le aporta ese toque dulce tan característico. Además el sabor de las galletas está muy presente, ya que están repartidas tanto por la base como por la superficie de la tarta, y combinan muy bien con la textura y el sabor de la mousse.
En la versión original del postre «serradura» o «pudin aserrín» se utilizan galletas tipo María, pero en mi caso he decidido utilizar unas galletas de canela, que aportan aún más sabor y combinan muy bien con el resto de sabores.
Ingredientes de la receta
Para la base de la tarta:
- 200 gramos de galletas de canela
- 100 gramos de mantequilla
Para la tarta:
- 500 mililitros de nata para montar (o crema para batir) con un 35% de materia grasa
- 350 gramos de leche condensada
- 125 gramos de leche
- 8 hojas de gelatina (unos 13 gramos de gelatina en polvo o grenetina)
- Una cucharadita de canela
Para la cobertura de la tarta:
- 100 gramos de galletas de canela
- 150 gramos de nata para montar (o crema para batir) con un 35% de materia grasa
- Una cucharada sopera de azúcar glas (para endulzar la nata)
Elaboración de la receta
Comenzamos preparando la base de la tarta. Para ello machacamos bien las galletas y las mezclamos con la mantequilla, previamente derretida en el microondas. Añadimos la mezcla en un molde redondo de 23 centímetros de diámetro desmontable, y aplastamos hasta conseguir una base compacta. Seguidamente reservamos el molde en el congelador mientras continuamos con la receta.
A continuación ponemos a hidratar las hojas de gelatina. Para ello las ponemos en un cuenco cubiertas de agua fría y las dejamos hidratar durante unos 5 minutos.
Pasado este tiempo calentamos la leche, rescatamos las hojas de gelatina ya hidratadas y las vertemos en la leche caliente, removiendo bien para que se disuelvan.
Hecho esto, vertemos la mezcla de leche con gelatina dentro de un cuenco, en el que previamente habremos puesto la leche condensada. Mezclamos bien hasta que ambos ingredientes se unifiquen y dejamos que la mezcla se atempere.
Ahora comenzamos a montar la nata. Para ello ponemos la nata bien fría en un bol grande, y con la ayuda de unas varillas eléctricas comenzamos a montarla. En el momento en el que se formen surcos, vertemos la mezcla que preparamos anteriormente de leche, gelatina y leche condensada, que ya estará fría.
Añadimos también una cucharadita de canela y continuamos batiendo con las varillas eléctricas, hasta que todos los ingredientes queden integrados en una mousse. Vertemos la mousse resultante en el molde, sobre la base de galleta, y reservamos la tarta bien tapada en la nevera de un día para otro.
Tras las horas de reposo sacamos la tarta de la nevera y le ponemos la cobertura. Para ello trituramos las galletas y las distribuimos por toda la superficie de la tarta.
Desmoldamos nuestra tarta de nata y leche condensada y la decoramos con unos copetes de nata recién montada, previamente endulzada con azúcar glas.
Y ya la tenemos lista para comer…. Mirad cómo se aprecia (en el corte) la textura de mousse que tiene esta rica tarta.
A continuación os dejo el vídeo con el paso a paso de esta receta.